La guerra comercial, por enésima vez

A medida que la guerra comercial entre Estados Unidos y China se intensifica, los agricultores y las pequeñas empresas son los más perjudicados, pero la industria manufacturera mundial también está sufriendo un fuerte impacto.

Nadie está ganando en esta disputa: las pérdidas van desde las tiendas de Wisconsin hasta las fábricas de Asia. Durante el fin de semana, la guerra comercial se recrudeció con una nueva ronda de aranceles del 15 % sobre productos chinos importados a Estados Unidos. Con esto, Trump ha impuesto tarifas a casi todas las importaciones procedentes de China, aunque las que aún no han sido gravadas lo serán después de la temporada navideña.

Si se suman otros aranceles, como los aplicados al acero, aluminio y lavadoras, la guerra comercial de Trump ha incrementado la carga tributaria de los estadounidenses en más de 32,000 millones de dólares.

Los efectos colaterales

Después de más de un año de guerra comercial, ha quedado claro que las tarifas no solo afectan al comercio bilateral, sino que también tienen otros costos significativos.

  • Inversión empresarial en declive: Las compañías estadounidenses están reorganizando recursos para mitigar el impacto de los nuevos aranceles y modificar sus cadenas de suministro globales, en lugar de expandir sus operaciones.
  • Estancamiento de la producción: Se culpa a la guerra comercial de provocar una ralentización preocupante en la producción mundial. Durante los primeros seis meses del año, la producción manufacturera y el comercio internacional cayeron en Europa, Corea del Sur y Japón.

Un informe del Institute for Supply Management, una asociación de la industria logística, reveló que las fábricas estadounidenses se contrajeron el mes pasado por primera vez desde 2016.

Según algunos indicadores, la industria manufacturera de EE. UU. ya está en recesión. Bloomberg reportó que la producción estadounidense ha disminuido durante dos trimestres consecutivos, mientras que la actividad fabril global lleva cuatro meses en contracción.

¿Quién gana en esta guerra?

Nadie. Una desaceleración prolongada en el sector manufacturero podría traducirse en despidos y un mayor riesgo de recesión.

Incluso si China termina siendo más afectada que Estados Unidos, el impacto negativo será global. Por ahora, no hay señales de que ambos países estén cerca de un acuerdo que ponga fin a los aranceles y a la incertidumbre económica que han generado.

El posible costo político para Trump

Trump también podría terminar como uno de los grandes perdedores. Su política comercial se ha basado en la idea de revitalizar la industria manufacturera estadounidense, pero los datos muestran que eso no está sucediendo.

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