Reglas justas para sobrevivir

¿Está preparada La humanidad para superar la escasez de recursos en el futuro? Sí, pero a condición de que identifique, ejecute, preserve y desarrolle aquellas políticas e instituciones que hicieron posible superar la escasez de recursos en el pasado. Reducir el tamaño de la población no es una opción para enfrentar este problema.

La historia ha demostrado una tendencia unívoca: en la medida en que la población crece, ésta es capaz de crear abundancia de recursos, usarlos de manera más eficiente, y desarrollar sustitutos. La creación de recursos arranca, inequívocamente, por administrar adecuadamente lo que está disponible.

¿Cuál es la forma más justa para distribuir los recursos disponibles?

Hay varias opciones: la comunitaria, la autoritaria, la igualitaria o la que ofrece el mercado.

En la comunitaria, cada quien toma los recursos que están a disposición de todos. Pero cuando los recursos escasean y se tienen que repartir entre muchas personas siempre habrá quien se apropie de más recursos de los que necesita.

En la autoritaria, las personas con mayor poder político deciden cuánto le toca a cada quien. Como todos querrán recibir de los poderosos, harán lo posible para quedar bien con ellos. Así, la distribución, (o el reparto), se vuelve clientelar, el poderoso se mantiene en su posición, y desaparecen los incentivos para crear abundancia de recursos.

La tercera manera de repartir – la igualitaria – consiste en que a todos les toque exactamente la misma cantidad de recursos. De este modo algunos tendrán bienes que no necesitan o no quieren, y lo que obtengan otros no será suficiente para cubrir sus necesidades.

Finalmente, existe el mecanismo de mercado donde cada quien compra dependiendo de la cantidad de recursos que necesita y del dinero que tiene disponible. Los precios de los bienes subirán si las ventas son altas, y bajarán si ocurre lo contrario.

¡Ninguna de estas modalidades para distribuir recursos es perfecta! Pero el mercado ha demostrado ser la forma más eficiente para hacerlo, aunque no se puedan medir todos los bienes con la misma vara. El día que el agua escasee, por ejemplo, sería injusto que únicamente los que tienen más dinero puedan adquirirla. Por lo que habrá que pensar en distribuirla de forma más igualitaria, aunque algunos tendrán más de lo que necesiten y para otros será insuficiente. Esto obliga al Estado a crear reglas para su distribución. Con la gasolina en cambio pasa otra cosa: el día en que escasee, el mercado será la mejor opción para distribuirla, debido a que las personas no morirán por falta de gasolina.

Con todo, la clave está en permitir que las personas tengan la libertad para innovar e intercambiar recursos. Sin esa libertad es muy posible que la escasez de recursos se generalice. Basta con observar lo que sucede en Venezuela, donde no hay libertad económica, para constatar la rapidez con la que se pulveriza la abundancia de recursos.

El futuro traerá , sin duda, nuevos desafíos relacionados con la creación de abundantes recursos y el modo en que se distribuyan entre la población, para lo cual la pregunta de cuáles son las reglas más justas, seguirá en pie.

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